galerias y pasasjes
Ciudades del consumo
INTRODUCCIÓN.
Durante el siglo XIX, las transformaciones del territorio que se produjeron por la industrialización modificaron la estructura y el funcionamiento de las ciudades. La expansión del comercio, los nuevos medios de transporte y la consolidación de los centros urbanos generaron una arquitectura adaptada al consumo y al espectáculo social. En este contexto, las Galerías Pacífico (Buenos Aires, 1891) constituyen un caso emblemático dentro de la modernización porteña, donde el modelo europeo de galería comercial fue reinterpretado para responder a las condiciones locales. Este trabajo busca analizar cómo el edificio expresa la integración entre arquitectura, territorio y vida moderna, y de qué manera incorpora la experiencia del paseo cubierto y los modelos sociales en el corazón de la ciudad. A través de la comparación con diversos pasajes comerciales de Europa, se busca comprender cómo la arquitectura del comercio actuó como una herramienta de transformación territorial y cultural, consolidando una nueva forma de habitar la ciudad moderna.
Índice.
Primera parte. El proceso de modernización
I. Cambios en la configuración Europea
II. La metrópolis porteña
Segunda parte. La galería como su propio territorio
III. Micromundo
IV. El nuevo flujo de las clases
Conclusión.
PRIMERA PARTE.
El proceso de modernización
I. Cambios en la configuración Europea
El proceso de la Revolución provocó en Europa un avance hacia lo que puede denominarse como “la sociedad del consumo”, donde gracias a la expansión de las maquinarias y el uso de las nuevas tecnologías, podemos ver como en la arquitectura comenzaron a aplicarse una continuidad de gestos para conformar la vida pública. La ciudad dejó de ser únicamente el ámbito de residencia para convertirse en un escenario de experiencias, donde el tránsito, el espectáculo, el consumo y la comunicación configuraron una nueva sensibilidad urbana, vinculada a la modernidad.
“La Revolución Industrial no solo cambió la economía, sino también la forma de la ciudad: el territorio se mecanizó, y el espacio urbano se volvió un reflejo del proceso productivo.”
-Lewis Mumford. “La ciudad en la historia”

Mapa de París que ubica los espacios más importantes y el Bon Marché en convivencia con el espacio urbano y el uso público
París, al ser la principal metrópolis dentro de su país y de este esquema de revoluciones, fue uno de los focos de mayores cambios, donde, para cumplir con estas necesidades culturales, surgen nuevos espacios de encuentro dentro de la nueva cultura del mercado: como los cafés políticos, los clubes y las galerías con sus pasajes comerciales.
A su lado surgieron otros grupos intermedios, empleados, pequeños comerciantes, profesionales y trabajadores asalariados, que comenzaron a poblar la ciudad con expectativas y hábitos distintos de los del viejo orden. Esta nueva composición impulsó transformaciones profundas: la necesidad de ocupar ámbitos donde exhibir y consumir mercancías, la formación de espacios ordenados para el paseo, de zonas protegidas del ruido y la contaminación de la calle, y de entornos que regularan la presencia de las clases populares consideradas “conflictivas” o “imprevisibles” por las élites urbanas.
La ciudad se volvió un escenario donde estos sectores buscaban lugares que combinaran cierta seguridad física y social con la posibilidad de estimular sus deseos, su curiosidad y su nueva sensibilidad hacia el consumo. Fue en esa combinación de aspiraciones, movilidad social y nuevas demandas urbanas donde comenzaron a tomar forma los espacios interiores que iban a redefinir la vida cotidiana.
Como sostiene Georg Simmel, en su libro “Las grandes urbes y la vida del espíritu”:
la metrópolis intensifica la vida nerviosa del individuo y exige nuevos espacios donde la percepción se vuelva simultáneamente protección y estímulo.

Representación del puerto de Boulogne, en muestra de las nuevas capacidades humanas
El surgimiento de los passages que comenzaron a expandirse al resto de regiones y territorios, culturizando el uso de una arquitectura comercial-consumista masiva, sólo puede entenderse en relación con el profundo proceso de transformación urbana, económica y social que se atravesó. Tanto en Francia como en el resto de Europa e incluso hasta llegar a Argentina, el movimiento de las masas generó una reorganización política, donde las distintas clases sociales comenzaban a precisar una mayor cantidad de sectores productivos y de consumo, apropiándose, dentro del tejido, todos los espacios que se exhiben como pecera de la vida metropolitana. Provocando que el mercado y las galerías expandan a la calle, donde anteriormente se otorgaba el producto como parte de un comercio cerrado a modo de territorio privado.


Dentro de los pasajes que marcaron una nueva tipología como espacios que integraban paseos urbanos de consumo y ocio. Algunos de los más característicos fueron el Passage Du Caire y el Bon Marché, los cuales aplicaban las nuevas tecnologías modernas que otorgó la revolución, haciendo estos conjuntos comerciales cubiertos, con tiendas alineadas a ambos lados y un nuevo tipo de circulación peatonal independiente de la calle. Incluyendo el techado con claraboyas de vidrio, lo que lo convertía en un espacio protegido del clima y servirían posteriormente como referentes para formar nuestra propia metrópolis en la capital.
El Passage Du Caire y su espacialidad interna con el uso de tecnologías modernas
II. La metrópolis porteña
El impacto de los procesos europeos de industrialización y modernización, como se menciona anteriormente, no tardó en reflejarse en Buenos Aires hacia fines del siglo XIX. La capital argentina se consolidó entonces como una metrópolis en expansión, un territorio en el que se reunieron las transformaciones económicas, sociales y culturales propias de la modernidad.
El impacto de los procesos europeos de industrialización y modernización, como se menciona anteriormente, no tardó en reflejarse en Buenos Aires hacia fines del siglo XIX. La capital argentina se consolidó entonces como una metrópolis en expansión, un territorio en el que se reunieron las transformaciones económicas, sociales y culturales propias de la modernidad.

Imagen plaza central, fue el centro de expansión urbano
El crecimiento de Buenos Aires fue rápido. Entre 1870 y 1914, la inmigración europea multiplicó la población y generó la necesidad de extender el trazado urbano, incorporar servicios y redefinir el centro. La ciudad pasó de ser una capital portuaria periférica a un punto estratégico de comunicación y comercio internacional. Las nuevas avenidas, los parques y los bulevares no solo buscaban mejorar la infraestructura, sino también proyectar una imagen de progreso y civilización similar a la de las grandes capitales europeas.

Crecimiento y densidad urbana
Este proceso configuró una ciudad de que se desarrolló de forma desigual pero simultáneamente, ya que, mientras los sectores populares se concentraban en conventillos y barrios obreros cercanos al puerto, las clases medias y altas ocupaban los nuevos ejes urbanos, como la Avenida de Mayo, Callao o Santa Fe, donde surgían cafés, teatros, confiterías y locales comerciales importados. Así, Buenos Aires se convirtió en una metrópolis con vida propia.

Escena social y laboral del puerto, que era la puerta de llegada de la inmigracion
A la par del crecimiento urbano, se transformaron también los modos de consumo y de relación social. Tal como Korn observa en su libro
"Una ciudad Moderna", la ciudad se volvió un espacio de espectáculo: la vida cotidiana se desarrollaba en el tránsito, en la mirada y en la interacción constante. La calle, el café y la tienda se convirtieron en nuevos escenarios de sociabilidad. Fue en este contexto donde aparecieron los primeros pasajes y galerías comerciales, inspirados en los passages parisinos, que proponían una nueva forma de recorrer, mirar y consumir dentro del tejido urbano.
Estos espacios representaban una síntesis entre la vida pública y el consumo privado, ofreciendo resguardo frente al caos de la calle y, al mismo tiempo, una continuidad del paseo urbano. Las galerías se convirtieron en el emblema de la metrópolis: un territorio cubierto, luminoso, ordenado, donde se reproducía el ideal europeo del comercio moderno.

Galerías pacifico, Muestra de los pasajes, la galería formando parte de la metrópolis
En Buenos Aires, las galerías introdujeron un nuevo ritmo urbano, una nueva forma de recorrer la metrópolis y una nueva forma de interacción social. Permitieron que distintos sectores sociales, como la clase media y la clase alta porteña, compartieran un mismo espacio, aunque con jerarquías visibles en sus prácticas y accesos. De este modo, la metrópolis porteña se definió no solo por su tamaño o infraestructura, sino también por las relaciones sociales que se podían desarrollar en ellas.
Así, puede entenderse que lo que convirtió a Buenos Aires en una metrópolis fue su capacidad de entender y reinterpretar las influencias europeas, una ciudad donde la vida moderna se experimenta tanto en las calles como en los interiores. En ellas, el comercio y el paseo se unen para dar forma a un nuevo territorio urbano, anticipando la lógica de consumo y sociabilidad que caracterizaría al siglo XX.
Ensanche y crecimiento de la ciudad

SEGUNDA PARTE.
La galería como su propio territorio
III. Micromundo
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX la ciudad de Buenos aires sufrió una gran transformación urbana, relacionada con el crecimiento del consumo y la aparición de nuevas tipologías comerciales, como ser galerías, paseos cubiertos y tiendas organizadas modernamente. Estos espacios no solo dieron una nueva forma para los aspectos sociales y prácticas comerciales, sino que además tuvieron impacto en la organización del tejido urbano, adaptándose a lo preexistente y reformulando el entorno.
En este sentido, Rocchi en su texto, explicaba que la ciudad vivía un proceso acelerado de modernización, en el cual “la formación de una sociedad de consumo masivo” se convirtió en un pilar de la vida moderna.
La llegada de galerías como nuevas formas comerciales generó un punto de inflexión en estos aspectos. Un claro ejemplo fue el caso de Galerías Pacifico, surgida en 1889, su diseño inspirado en las galerías europeas, aisladas del exterior para favorecer al consumo, en donde lo único visible era el cielo, a través de un techo fabricado a base de vidrio y metal para dar una sensación de ser una ciudad en sí misma. Esto transformó las formas de recorrer y consumir en la ciudad.

Galerías pacifico- muestra su interior con su techo a base de vidrio como nuevo cielo
Rocchi remarca que incluso para los extranjeros resultaba sorprendente encontrar, en Buenos Aires, una forma tan sofisticada e innovadora de comercialización para la época y el contexto de la ciudad, al señalar que la galería era vista como “un verdadero ejemplo de modernidad comercial”. Estas galerías funcionaron como microciudades cubiertas donde dentro un mismo espacio se concentraban tiendas, cafés, oficinas y actividades culturales, introduciendo nuevas experiencias de uso del espacio urbano.
La modernización del comercio introdujo hábitos y valores propios de una nueva cultura urbana orientada al consumo, la moda y la experiencia sensorial. El consumo se volvió una práctica social que modificó la vida cotidiana y el uso de los espacios centrales de la ciudad.
Lewis Mumford señala que la ciudad moderna, influida por el capitalismo industrial y comercial, tendió a convertir “todas las partes de la ciudad en un producto negociable”. Desde esta perspectiva, las galerías porteñas pueden leerse como parte de ese proceso global en el cual la ciudad se vuelve escaparate, mercado y vitrina.

Galerías pacifico-disposición de locales con circulaciones como trama de manzanas y calles
En este sentido, la calle Florida ocupa un lugar central, siendo uno de los primeros espacios donde se manifestó con claridad la cultura del consumo y la apropiación del espacio público como ámbito de paseo, exhibición y sociabilidad. Condensando en pocas cuadras el pasaje de una ciudad tradicional a una metrópolis moderna.

La inserción de estas nuevas tipologías en Buenos Aires no eliminó lo existente, sino que lo reconfiguró. Las galerías se articularon con la trama tradicional de manzanas y calles, generando pasajes interiores que perforaban la manzana colonial y reducían la distancia entre la calle pública y el espacio semipúblico del comercio.
Calle florida-paseo público del consumo
Debido a esta nueva resignificación de los habitos urbanos vinculados al deseo de consumir y mantenerse a la moda, se instalaron tiendas elegantes, joyerías, casas de moda y galerías que incorporaron técnicas de exhibición y estrategias de atractivo visual, que buscaban como indica Rocchi “seducir con todas las prácticas comerciales que la modernidad exigía en las grandes ciudades del mundo”. Esto fue clave en la incorporación de nuevas tipologías arquitectónicas que modificaron la experiencia del peatón y del comercio. Los pasajes interiores y galerías que perforaban la trama urbana surgieron como extensiones del paseo urbano de Florida. Estos espacios se insertaron en lo preexistente modernizándolo mediante nuevas espacialidades de tránsito, consumo y ocio, englobando estas costumbres modernas: desde la moda, el flaneurismo porteño y el desarrollo de la cultura del “paseo” hasta el surgimiento de prácticas culturales vinculadas a la literatura, la tertulia y el arte.
Así, adaptaron la ciudad histórica a las nuevas lógicas del consumo, modernizando sin borrar por completo sus huellas, donde se modificó el vínculo entre el ciudadano y el espacio público, consolidando un nuevo paisaje urbano.
IV. El nuevo flujo de las clases
La aparición del edificio que más tarde alojaría a las Galerías Pacífico se sitúa en un período en el que Buenos Aires se estaba transformando aceleradamente. Según Romero, “La sociedad argentina de fines del siglo XIX fue una sociedad aluvial, formada por la confluencia de grupos sociales y culturales diversos que desbordaron el marco tradicional.”
Esta visión de una sociedad en constante mezcla y recomposición se refleja también en la arquitectura y decoración del edificio evidenciando una clara aspiración de imitar y apropiarse de los modelos culturales europeos. Además, no solo funcionando como un centro comercial, sino como un espacio cultural que proyectaba una identidad cosmopolita, evidenciando cómo la ciudad buscaba posicionarse dentro de los circuitos internacionales de moda, arte y consumo.

Esta modernización arquitectónica respondía a una lógica más amplia. Romero explica que “La ciudad burguesa se organizó como un escenario racional, regido por valores nuevos: el orden, la higiene, el trabajo y el progreso.”

En este marco, un espacio como Galerías Pacífico resultaba ideal para las necesidades sociales de la nueva burguesía porteña, no sólo ofrecía un lugar organizado y limpio para el comercio y el consumo, sino que también funcionaba como un escenario donde se podía exhibir estatus, educación y refinamiento cultural. Haciendo plausible asumir que la construcción del edificio fue pensada precisamente para cumplir estas características.
La modernidad no eliminó la heterogeneidad social, sino que la hizo más visible. Como señala Romero, “En la ciudad moderna coexistieron grupos heterogéneos, portadores de tradiciones diversas, y esa convivencia redefinió el sentido de la vida urbana.”
En las Galerías Pacífico, esta diversidad se volvía cotidiana: la élite paseaba, la clase media emergente observaba y compraba, y los inmigrantes trabajaban o simplemente contemplaban las vidrieras. Todos compartían un mismo espacio físico, aunque con muy distintas posibilidades dentro de él, mostrando cómo la ciudad moderna se configuraba como un escenario de interacción social. Sin embargo, como advierte Rocchi, “Las oportunidades económicas no borraron las disparidades sociales; más bien, redefinieron las maneras en que la desigualdad se producía y se percibía en una sociedad urbana en expansión.”
Así, la convivencia observada por Romero no implicaba igualdad: la modernidad porteña creaba espacios compartidos que hacían visibles las diferencias de posición, poder y acceso, evidenciando que la experiencia urbana podía ser simultáneamente integradora y jerárquica.

En este paseo, la diferencia entre mirar y comprar, entre pasear y pertenecer, marcaba posiciones sociales con claridad. Las vidrieras prometían modernidad, pero también recordaban quién podía acceder y quién solo podía observarla. Incluso en un clima de prosperidad, las desigualdades permanecían; el crecimiento económico ampliaba oportunidades, pero con frecuencia profundizaba los contrastes dentro de la población urbana. Así, cada paseo, cada compra y cada interacción en este espacio reflejaba simultáneamente la vitalidad de la ciudad moderna y las jerarquías que seguían estructurando la vida urbana.
CONCLUSIÓN
Las Galerías Pacífico representan la síntesis entre la modernización urbana y la transformación cultural de Buenos Aires a fines del siglo XIX. Inspiradas en los pasajes europeos, reconfiguraron la relación entre arquitectura y vida social al integrar consumo, paseo y espectáculo en un mismo espacio. Su inserción en la trama porteña no sólo adaptó modelos extranjeros, sino que los reinterpretó según las dinámicas locales, generando un nuevo territorio interior donde se condensaban las jerarquías y aspiraciones de la sociedad moderna. Este microcosmos urbano materializó el paso de una ciudad tradicional a una metrópolis cosmopolita, donde la experiencia del habitar se volvió también una experiencia de mirar, circular y consumir. En ellas, la modernidad no fue solo estética o técnica, sino una nueva forma de vivir y representar la ciudad.
Bibliografía
Lewis Mumford: “La ciudad en la historia”
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Georg Simmel: "Las grandes urbes y la vida del espiritu"
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Francis Korn: "Una Ciudad Moderna"
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José Luis Romero, Latinoamérica: "Las ciudades y las ideas"
​
José Luis Romero: "Las ideas políticas en Argentina" Ed. Fondo de Cultura Económica.
Fernando Rocchi: "La Argentina en el siglo XX"
Fernando Rocchi: "Chimneys in the Desert" (Stanford University Press, 2006)
​
Fernando Rocchi: "CONSUMIR ES UN PLACER: La industria y la expansión de la demanda en Buenos Aires a la vuelta del siglo pasado."